viernes, 11 de febrero de 2011

¿ Te contamos un cuento?


Salustibélica

Desde enero estamos tratando de publicar pero como ninguna de nosotras hacía absolutamente nada por la continuidad de este blog, Salustiana se tomó por asalto este chuzo y sin que nos diéramos cuenta nos clavó este matacho.

Aquel  violinista silente


Tocaba allegros y esto lo deprimía enormemente.

Era el mejor intérprete al violín que el maestro Shapojov había tenido.

Cada noche colmado  de aplausos,  ante un público emocionado  a más no poder  repetía  su mayor logro -que a esta altura era casi mecánico- , aquel  vibrato… con ambas manos.

Y el público enloquecía  bañándolo de gloria

Cada noche sublimaba su gloria haciendo vibrar con ambas manos y todos sus finitos y pálidos dedos al unísono, el cuerpo de alguna dama dispuesta a aprender su secreto; era un hombre generoso – y muy bello decían las malas lenguas - que siempre tuvo en quien derramar sus saberes.

Cada función  nuevos allegros, mas vibratos, mas aplausos, más gente queriéndole ver, cada noche  más consagrado…

Aquel día  cuando los otros músicos entraron y le vieron allí tendido, con las pequeñas desgracias de sus ojos abiertas y grises de par en par.

Con las cuerdas rotas  “de melancolía seguramente” susurró alguno de modo sarcástico

Lloraron agriamente por su público y taquilla.  Y porque a ellos  -solo a ellos y no al viejo Shapojov ni  al insulso artista-, les tocaría  trabajar horas extras limpiando el manchón de sangre y cuerdas que el "niño mimado del allegro" dejó

En adelante  la orquesta del maestro Shapojov solo tocó adaggios