Salustibélica
Desde enero estamos tratando de publicar pero como ninguna de nosotras hacía absolutamente nada por la continuidad de este blog, Salustiana se tomó por asalto este chuzo y sin que nos diéramos cuenta nos clavó este matacho.
Aquel violinista silente
Tocaba allegros y esto lo deprimía enormemente.
Era el mejor intérprete al violín que el maestro Shapojov había tenido.
Cada noche colmado de aplausos, ante un público emocionado a más no poder repetía su mayor logro -que a esta altura era casi mecánico- , aquel vibrato… con ambas manos.
Y el público enloquecía bañándolo de gloria
Cada noche sublimaba su gloria haciendo vibrar con ambas manos y todos sus finitos y pálidos dedos al unísono, el cuerpo de alguna dama dispuesta a aprender su secreto; era un hombre generoso – y muy bello decían las malas lenguas - que siempre tuvo en quien derramar sus saberes.
Cada función nuevos allegros, mas vibratos, mas aplausos, más gente queriéndole ver, cada noche más consagrado…
Aquel día cuando los otros músicos entraron y le vieron allí tendido, con las pequeñas desgracias de sus ojos abiertas y grises de par en par.
Con las cuerdas rotas “de melancolía seguramente” susurró alguno de modo sarcástico
Lloraron agriamente por su público y taquilla. Y porque a ellos -solo a ellos y no al viejo Shapojov ni al insulso artista-, les tocaría trabajar horas extras limpiando el manchón de sangre y cuerdas que el "niño mimado del allegro" dejó
En adelante la orquesta del maestro Shapojov solo tocó adaggios