sábado, 5 de junio de 2010

Medusa aurelia muerta de la envidia por el estrepitoso éxito de la Mary de su "análisis visual" hecho columna, decidió no dejarse y lanzarse al mundo de la prosa; a ver si depronto llamaba la atención de un lindo cangrejo volinista. ¿el resultado? este texto que a continuación presento... y dos costillas fracturadas; la letra con sangre...


Y era como la ceiba...

Desde que llegue aquí todos me miran extraño, y soy sólo un hombre sentado en una banca, me enruté por este buen camino, siempre él tan cargado de historias y pues, aquí estoy; no entré haciendo promesas de alegorías futuras baratas - que siempre son de temer- ni con ráfagas impunes de olor a muerte, no, no, nada de eso, yo vine por mi propio pie siguiendo el rastro del viento que huele a alguna fruta madura que perdí en un recuerdo de niñez, y sin embargo todos desconfían de mí; que extraña esa “condición de homo sapiens” que es como la llamo, de desconfianza – miedo a lo desconocido que lo lleva a destruir todo a lo que teme, y creo que el valor no se nos da muy bien, no en vano hemos acabado con casi todo, somos animales con pánico de existir. Siempre que colisiono de narices con un sujeto de estos me acuerdo de la monja que me dictaba clases de religión en la escuelita de mi borrosa niñez y que empezaba su discurso recordándonos que somos hechos a imagen y semejanza de su Dios, y acaso así sea, pues ya bien así porque este don lo dispuso - y se sienta todas las tardes a jactarse de los millares de diosesitos provocadores de diluvios y catástrofes que hizo- o porque el tontísimo humano se ha tragado el cuento de tanto repetírselo y se ha dedicado a envanecerse creyéndose omnipotente, omnipresente y lo mas risible, omnisciente ; yo en cambio no me siento nada de eso así que debo ser copia de otra deidad distinta, tal vez de un antiguo dios celta, tengo alma de sauce llorón.
Por eso me senté aquí bajo esta Ceiba en donde a veces soy rama y otras prójimo, y según la condición en la que me encuentre bien me muevo al vaivén del viento – ese que me trajo- y doy sombra a los niños que pasan aterrados mirándome con sus madres que les susurran quien sabe que cosas horribles de mi mientras me señalan con sus deditos acusadores de falacias; o bien me dedico a vibrar al unísono con la tierra y entonces la savia sube por mis piernas hasta brotar por mis dedos y mostrarme entero el misterio de la vida.
O bien como hoy, que tan solo me dedico a tomar la sombra de sus vastas ramas, y ella como la amiga generosa que es no solo me resguarda del intenso calor sino que me proporciona fresca brisa en la tarde, todo a cambio de una que otra historia que le pueda contar… a veces a cambio de nada

Por eso soy planta y otras veces prójimo y con mi alma triste de sauce llorón, delicada cual violeta, volátil como olor de jazmín y estas condiciones son todas una sola, y no sé si mañana persiga de nuevo el viento, o si cimiente mis raíces y salude al sol con mis ramas; por eso estoy aquí parado a tu lado contándote la historia de cómo llegue aquí, de lo frondosa que es la vida, de cómo cada pequeño detalle – y tu eres uno de esos- merece ser contado porque esos minúsculos momentos de los que nadie nunca se percata mantienen girando el mundo y crean historias de viejos que se creen árboles, que arrancan sonrisas y divierten enormemente a niños y ceibas por igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dejen salir la indigestiòn del guisado